18 noviembre 2020

Revitalización de Prácticas y Oficios Ancestrales

Históricamente en la cultura mapuche, el pueblo ha ido construyendo conocimientos relativos a sus manifestaciones artísticas. En este sentido, los artefactos cerámicos han sido una forma de expresión importante como encarnaciones de una amplia gama de significantes sociales y culturales (Adan et al. 2018: 79).


Sin embargo por muchos años se invisibilizaron culturas, tradiciones y saberes queriendo occidentalizarlos y opacarlos de ciertas formas en que llegasen a sentir vergüenza de quienes eran y de sus raíces. 

Dentro de este panorama, la idea de tradición se puede imaginar como algo restrictivo y esencialista, configurada como estática, inalterable y pretérita. Sin embargo, la tradición sería ahora el resultado de un proceso evolutivo inacabado con dos polos dialécticamente vinculados: la continuidad recreada y el cambio. Por tanto, la tradición sería la permanencia del pasado vivo, la memoria colectiva en el presente siendo un proceso de producción, transmisión y reproducción. Lo que el alfarero hace es vincular a la gente con su historia local, es decir con la memoria colectiva. En este sentido la tradición no se hereda genéticamente sino que se transmite socialmente (Arevalo, 2012). 

Es así como el oficio del alfarero corresponde a una manifestación viva, que realiza representaciones significativas de la tradición mapuche en donde la alfarería continuamente ha estado reproduciéndose en un proceso inacabado de transmisión. De esta forma, César revitaliza las prácticas ancestrales reforzando la participación ciudadana con técnicas tradicionales de la alfarería mapuche, valorando los conocimientos propios de la cultura y así convertir el oficio en un recurso importante para la reafirmación de su identidad.